Eduardo Añorve Zapata - Mexico

Eduardo Añorve Zapata - Mexico

MICROBIOGRAFÍA
Nació en el exilio, en fecha imprecisa (se manejan dos posibles; por suponerse falsas, se omiten); él asume que ha cumplido los cuarenta y cinco, no menos, y que espera cumplir los sesenta antes de morir.
En su regreso hacia el origen, su gente, sin saberlo, le ha regalado historias e imágenes que lo fecundan y le obligan a plasmarlas: se asume cronista de vidas ajenas pero no extrañas sino familiares.
Apenas descubrió que lo único que ha intentado toda su vida es dibujar un trazo o una imagen permanentes; por eso ensaya con los medios a su alcance: la fotografía, la palabra y, muy, muy poco, el dibujo; a veces, con la fugacidad de un trazo de su cuerpo ante la música que lo excita.
La arquitectura del universo y la armonía femenina lo asombran, por eso pretende arquitectura y armonía en lo suyo creado, como principios de una estética per se, por el placer mismo.
Escribe libros de poemas que no publica y cuentos tan pequeños en periodos tan largos que luego olvida, y quedan a medias, frustrados, incumplidos, innatos. Algunos de aquellos, una veintena, han sido traducidos al inglés con la buena intención de publicarlos; sin embargo, pesa sobre ellos la maldición anterior: quedaron solamente en un mal borrador, y su edición y publicación abortaron.
En ocasiones ha recibido premios por sus escritos y demasiados halagos, inmerecidos, tal vez porque su nombre está ligado a uno muy raro, de un pueblo: Cuajinicuilapa.
Sus imágenes fotográficas han sido publicadas y exhibidas en revistas, galerías y pantallas de acá y acullá. Sus retratos de la Costa Chica han corrido mejor suerte al ser publicados y leídos con profusión, al grado de haber sido apropiados por otros, quienes les han dado también su nombre, asunto por demás liberal puesto que en una sociedad como la nuestra, el creador es sólo el vehículo de la expresión del espíritu de la época, compitiéndole marcarlo.
Actualmente revisa textos sobre cultura afromexicana (escritos durante la última década y divulgados en periódicos estatales) con la intención de armar un libro que tal vez nunca publique [Nota de 2014: El libro ya ha sido publicado: Los Hijos del Machomula; ahora prepara su segunda edición]; escucha a Billie Holiday y Miles Davis con obstinación; vende periódicos para sobrevivir y piensa constantemente en una novela que nunca ha de escribir, cuyo tema es la violencia.
Su vena alquimista lo ha enseñado a trasmutar lágrimas por carcajadas o, cuando menos, risas o, ya de perdida, sonrisas y muecas un tanto amargas como quien sabe sobarse el propio lomo. En sentido contrario, ni en sueños ha logrado cambiar carcajadas por lágrimas, aunque a veces llore de alegría.

ADDENDA
Lector de viejos, escribano de memoria y fabulador de hechos, intelectual de media cuchara. Estreñido de escritura y basto de charlas, sobrado de envidia de lo ajeno que le parece excelente, como las imágenes de Marguerite Yourcenar o los requinteos de Foncho Rendón en el rincón de una cantina o los poemas en serie de Duane Michals o los alaridos de Hound Dog Taylor o los grises de Jaime Ignacio López Santiago.
Amigo de uno que otro, y enemigo de los demás. Carpintero de la palabra que se salvó por buena fortuna de una mala culebra para seguir pensando poemas que no anota y olvida.

 

Perfil
Reportero y articulista del semanario Trinchera; también o ha sido de El Sur, La Jornada/El Sur, La Costa, El Faro de la Costa Chica, entre otros. Fotógrafo, narrador y poeta; sindicalista; promotor cultural; experto en cultura afromexicana de la Costa Chica. Padre de familia. Cronista de su municipio.

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