Ojos de Barro por Lic. Pablo Cirio

11.03.2014 11:17

 

 

 

Norberto Pablo Cirio

Cátedra Libre de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos

Universidad Nacional de La Plata

pcirio@fibertel.com.ar

 

 

 

¿Quién mira a quién? 

En el Museo Etnográfico y Colonial “Juan de Garay”, de Santa Fe, un rostro de piedra, ya sin cuerpo y cuya materialidad humana ha sido reducido a cosa, a objeto, contempla la sala por donde caminan ocasionales visitantes, silentes como él. Abajo suyo hay unos símbolos ya ininteligibles porque ininteligible fue su función: el carimbado de los esclavizados, marca de propiedad de lo que nunca debió ser comprado ni vendido, el ser humano.

Buscando algo… todos indagan, cosas y personas. En eso llega Norma Lamadrid, afroporteña, quien desde su experiencia de vida busca aprender, ¿por qué no?, sobre sus orígenes coloniales, cuando sus ancestros africanos -quizá el del retratado en piedra- fueron traídos desde una tierra cuyo nombre ya fue silenciado por el mar del tiempo y de la que sólo sabe una generalidad que no la satisface: África (sí, esos Otros que también "bajaron de los barcos"). Ambos quedan momentáneamente frente a frente y se miran, cosa y persona, quizás se estén comunicando, mas no con la palabra sino con la mirada, como lo hacían sus mayores para evitar el control de sus amos (aquellos que "los trataban bien"). No lo sabemos. No nos debe importar. Es su secreto. Pasado y presente de un mismo tronco, unidos por el recuerdo del olvido, tal vez lo único que comparten con certeza. Y duele. Despojos del despojo, la más sutil de las violencias: ser custodios de la nada, viviendo a la intemperie del palacio de la memoria nacional. Pero, fieles a la desobediencia, ambos velan para que su prisionero se escape. Juntos por unos instantes toman fuerzas mutuamente, secretamente: el pasado que se está recuperando y el presente con promesa de amanecer. “Aquí… aquí vivimos cuando todo esto era ranchería, éste es nuestro suelo amado. Comparte este conocimiento con tu mundo, amiga que me miras, no dejes que tus ojos se transformen en barro, como los míos ya, para que se pierda nuevamente la memoria de nuestras generaciones de tambor”. Tales fueron las palabras que escuchó o sintió dentro suyo Norma en ese momento de indecibles sentidos al mirarse en ese rostro de piedra.

Y el milagro no se hizo esperar. Al día siguiente fuimos creadores de algo que ninguno de los muchos allí reunidos logramos siquiera intuir. Nuestros anfitriones, Lucía Molina, en cuerpo presente, y Mario Luis López, en espíritu presente, inauguraron en el mismo predio donde está el museo y donde ya casi nadie sabe vivieron y murieron los africanos primeros, una placa que invitaron a colocar a la Municipalidad de Santa Fe en amistosa señal reparadora por tanto olvido provocado, la primera inscripción pública por la cual el Estado Argentino reconoce en pie de igualdad a los afros, los pueblos originarios y los europeos como la tríada indisoluble en la fundación de la patria.

Desde ese día el Paso de las Dos Culturas se llama Paseo de las Tres Culturas. Era el 17 de abril de 2011 y desde entonces ese día lo declaramos, en nuestra memoria y corazón, Día del Afroargentino del Tronco Colonial.